La prepotencia británica se ha desbordado en los últimos días. Las amenazas de asalto a la embajada ecuatoriana en Londres serían inimaginables si Julian Assange se hubiera refugiado en la delegación diplomática que el Reino Unido “respetara”. Pero Ecuador, un país andino-amazónico empeñado en re-construirse, ha ejercido su soberanía sin temor.
El imperialismo, el colonialismo de Europa parece intacto. Pero ante los vergonzosos discursos británicos, la digna soberanía ecuatoriana. El canciller de este país, en una clara y justificada intervención ante los medios, ha anunciado hace unos minutos que su país concede asilo diplomático al fundador y coordinador de Wikileaks.
Es el Sur Global, de nuevo, el que pone freno a las manipulaciones descaradas de los poderes del Norte para evitar que los escándalos ventilados por Wikileaks sigan apestando la escena internacional. Ningún gobierno afectado, ni el de Estados Unidos, ni los europeos, ni siquiera los de América Latina o África, han podido refutar los cables filtrados por Wikileaks en los que el colonialismo estadounidense se dibujaba a sí mismo. La reacción ha sido matar al mensajero. Primero, bloqueando todas las posibilidades de financiación de Wikileaks, segundo con una trama bastante precaria sobre supuestos abusos sexuales por parte de Assange en Suecia.
Escribía Luis García Montero que, ahora, “grandes valedores oficiales de la democracia como Gran Bretaña y Estados Unidos presionan al humilde Ecuador. La desvergüenza de este caso es tan notable que, si no está pronto en los Estados Unidos para ser juzgado, es de temer que la realidad se transforme en una mala película de espías y Assange sufra de pronto un accidente desgraciado. Así están las cosas”.
La verdad está en juego, aunque la soberanía se haya salvado. El acto soberano de Ecuador, que no ha cedido a las brutales presiones diplomáticas, recuerda a la decisión de Bolivia de expulsar a los agentes de la DEA (los ‘vaqueros’ de la agencia anti drogas estadounidense), o a la de Venezuela de no permitir que los ‘profesionales’ de Human Rights Watch siguieran jugando a la “neutralidad” en su país con plata del Departamento de Estado de Estados Unidos. También fueron actos soberanos, impensables en Europa, la determinación de la deuda externa “injusta” por parte del gobierno de Rafael Correa o el tratamiento al FMI en Argentina.
Los editoriales de diarios como El País o los comentarios eurocéntricos en emisoras como la Cadena Ser demuestran que los europeos siguen anclados en su sensación de superioridad y les parece inimaginable que un país gobernado por un «populista y nacionalista» (sic) ponga en duda la limpieza democrática de Suecia o de Reino Unido… Dioses..
No nos engañemos. Detrás del afair y persecución de Assange está Washington. Londres, su antigua metrópoli y ahora disciplinado súbdito, está jugando el papel que se podía suponer y Suecia está desnudando a los países del norte de Europa de la falsa aureola democrática para mostrar su viciada doble moral.
La soberanía se ejerce y eso es lo que ha hecho Ecuador.