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Mientras tantoYi-Fu Tuan, salvado por la geografía (Imprescindibles y clásicos, I)

Yi-Fu Tuan, salvado por la geografía (Imprescindibles y clásicos, I)

La historia no tiene libreto    el blog de Joseba Louzao

El recientemente fallecido Rodolfo Fogwill se jactaba más de los libros que había dado a leer que de los que había escrito. Yo he pasado la última parte de mi vida recomendando posibles lecturas a la gente y, recurrentemente, me he equivocado. Y, a pesar de todo, aún me siguen interrogando sobre mis preferencias literarias. Por lo que he pensado que sería una buena idea elaborar, de cuando en cuando, breves semblanzas de mis imprescindibles, es decir, de aquellos historiadores, científicos sociales o escritores que han marcado mi recorrido biográfico e historiográfico. Los considero necesarios y pienso que en esta ocasión no podré fallar. No solamente son personajes imprescindibles, sino también clásicos porque, como definió J. M. Coetzee, «lo
clásico es aquello que sobrevive a la peor barbarie, aquello que
sobrevive porque hay generaciones de personas que no se pueden permitir
ignorarlo y, por tanto, se agarran a ello a cualquier precio». En definitiva, en esta serie se recogerán perfiles de personas que me enseñaron a leer y transformaron mi mirada.

 

Por todo lo anterior, Yi-Fu Tuan debe ser tratado como un clásico imprescindible. La forma de entender su oficio y su vocación de geógrafo ha sido radical en la templanza. Cada una de las páginas de sus libros ha demostrado que se puede enseñar a los demás a mirarse a su propio interior desde cualquier ámbito científico. Tuan eligió la geografía porque pretendía responder a las dudas
que surgen constantemente en cada uno de nosotros: qué es lo que
hacemos aquí y qué ansiamos de nuestra vida. Sin embargo, muchos han rechazado las razones de su elección
profesional, pensando que la geografía no podía encontrar respuesta a este tipo de preguntas. Él mismo se considera un «bicho raro»
dentro de una disciplina ciega a sus inquietudes. Además, sus obras son
un quebradero de cabeza para libreros y bibliotecarios, ya que ¿en qué estantería se deberían
colocar obras como Topofilia o Cosmos y Hogar? Esta dificultad clasificatoria se debe principalmente a su particular manejo de diversas disciplinas cercanas pero no siempre bien avenidas, como la filosofía, la antropología, los
estudios geográficos o la historia. De esta forma ha conseguido engarzar un
pensamiento sugestivo donde se entrelazan tradición y modernidad; pasado y presente; Oriente y Occidente. Esta sensibilidad única, por ejemplo, se puede saborear en su breve autobiografía, ¿Quién soy yo?, uno de los textos más íntimos, sencillos y sinceros que he leído jamás.

 

Nacido en China e hijo de un diplomático de rango medio, Tuan fue descubriendo el mundo al vivir en más de una quincena de ciudades de diferentes países, desde Australia a Filipinas. Es más, como reconoce, sólo ha experimentado una especie de sentimiento de pertenencia en el Medio Oeste norteamericano, en Minneapolis y Madison. No sólo los cambios de destino han influido en su concepción de la vida, su soltería también ha determinado esta itinerario apátrida. Porque, aunque en demasiadas ocasiones lo olvidemos, nuestra familia es la única patria que llevamos a cuestas. Por ello, es comprensible que terminase investigando y escribiendo sobre la identidad personal y su interrelación con la comunidad y el medio físico. En todos sus trabajos se trasluce una preocupación por la condición humana y la tensión entre las culturas y la naturaleza. Como asegura acertadamente, nuestra cultura de origen es nuestro primer hogar, pero nunca será el último. Lástima que muchos no quieran reconocer (y reconocerse en) esta realidad vital. Porque en el pasado tampoco pueden estar nuestros sentimientos profundos de identidad y pertenencia; y soy reiterativo por necesidad.

 

A los bárbaros sólo se les puede esperar en compañía de maestros optimistas como Yi-Fu Tuan. Las próximas generaciones no podrán permitirse ignorarlo. Aún sigue demostrando una envidiable capacidad intelectual a sus ochenta años y una inagotable pasión por un oficio artesanal, como lo prueba su último
trabajo Religion. From Place to Placelessness. No en vano, él mismo ha reconocido que la geografía le salvó la vida.

 

 

«Para llegar a una frontera geográfica uno sólo necesita un par de piernas fuertes; para llegar a una frontera intelectual, se necesita una mente entrenada».

YI-FU TUAN.

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