No te preocupes, aunque me leas así, desamparada: mi cuerpo es una fiesta por dentro. Porque cuando una llora mucho, luego reír es más sencillo. Como cuando a fuerza de no comer o a fuerza de no dormir llegamos a un punto de no retorno y parece que todo comienza de nuevo. Luego, decía, reír resulta más fácil. Incluso en los hospitales y en los aeropuertos, donde la acidez del humor negro provoca ademanes de felicidad, los suficientes para resistir. No te preocupes, decía, aunque me leas así, desamparada: mi cuerpo es una fiesta por dentro. Pero necesito olvidar, olvidar un poco: lo suficiente para seguir viva.